jueves, 16 de octubre de 2008

Secuestros de barcos en África preocupación de gobiernos mundiales

África.- Es uno de los peores temores de un armador: uno de sus buques ha sido secuestrado y los piratas están demandando el pago de un rescate. Pero żcuáles son los mecanismos para hacer llegar el dinero a las sombrías bandas, y cuáles los dilemas moral, legal y práctico que habrá que superar? Brian Reyes estudia los casos previos y encuentra que algunas voces dicen que pasarles efectivo a los piratas contribuye a empeorar la situación. Las bandas de piratas que secuestran buques en la Somalia destruida por la guerra, son sólo la punta de un sombrío negocio que se extiende desde las peligrosas aguas del Golfo de Adén, hasta diversas capitales de África, Medio Oriente y Europa.Mientras el foco de los informes de prensa sobre la crisis generada por la piratería se ha concentrado sobre el mar y los reclamos de intervención militar, es muy escasa la información pública acerca de las formas prácticas en que esta nefanda actividad funciona en realidad.El análisis de las negociaciones de rescate echan nueva luz sobre las complejas cuestiones que enfrentan los gobiernos occidentales bajo la presión montada para enfrentar la crisis de la piratería, que está amenazando el flujo normal del comercio internacional. Los expertos hablan de un bien lubricado aunque impredecible sistema, establecido para conectar a los propietarios de los buques con las bandas de piratas y sus representantes en la diáspora de Somalia.Hay una renuencia general a comentar cualquier detalle sobre los mecanismos del pago de rescate, lo que refleja el extenso alcance de los piratas somalíes, y el temor de que la información trascendida pueda perjudicar futuras negociaciones.“Hay siempre un montón de especulaciones alrededor de cada incidente, y hay veces en que es tentador querer decir las cosas como son”, afirmó James Wilkes, director gerente de Gray Page, un grupo consultor y de investigación marítima, especialista en este campo. “Sin embargo, es imperativo mantener la seguridad operacional tan ajustada como sea posible”.“Esos tipos tienen fuentes y observadores a lo ancho del mundo, que están buscando cualquier información interna sobre cómo manejan las compańías estas situaciones, de modo de tomar ventaja en sus propias estrategias de negociación”.Lloyd´s List habló con ocho fuentes con buen conocimiento de la piratería y las negociaciones de rescate, para escribir este artículo, y consultó extensa evidencia documental de los últimos ańos.Las fuentes incluyeron ejecutivos de la industria, expertos en seguridad, diplomáticos y oficiales de inteligencia. La mayoría habló a condición de mantener el anonimato, en virtud de la naturaleza sensible del asunto.Mediante estas entrevistas, Lloyd´s List pudo establecer que los rescates por los buques capturados han sido negociados y pagados vía intermediarios somalíes en terceros países.No existe evidencia rigurosa para demostrar esto, pero varias fuentes coincidieron en seńalar que en el pasado, esas entregas han tenido lugar en ciudades que incluyen a Dubai, Nairobi, y de acuerdo con una fuente, hasta Londres.Algunas veces, el intercambio ha implicado la transferencia de significativas sumas de dinero en la cuenta de algún estudio jurídico, otras en cuentas privadas en países africanos. Pero en la mayor parte de las ocasiones, los mecanismos son más crudos, ocultados a capa y espada, e involucrando la transferencia física de dinero en efectivo.El cerrado entretejido de la naturaleza tribal de la sociedad somalí, hace que los pagos en efectivo sean difíciles de rastrear, dado que desaparecen en un sistema “hawala” de redes bancarias informales. Hasta hace poco esa fue la metodología preferida por los secuestradores. Pero ahora hay signos de cambio en esta trama de trueque y regateo sobre la vida de los hombres.Por estos días, los piratas están demandando que el dinero les sea entregado directamente a ellos en Somalia.Al igual que con las muchas otras dificultades de manejo propias de una situación como esta, los propietarios de los buques ahora enfrentan la de encontrar formas de enviar con seguridad fuertes sumas de dinero en efectivo a esta parte del mundo destruida por la guerra.En el ańo 2000, un arrastrero espańol llamado “ALBACORA 4” fue secuestrado por piratas frente a Somalia. El barco estaba pescando atún y había estado siguiendo a los cardúmenes en su migración hacia el este a las ricas zonas de caza en el Océano Índico.Una vez que el buque y los tripulantes cayeron en manos de los delincuentes, el dueńo de la nave se embarcó en un difícil y delicado proceso, que se desarrolló a muchas millas de Somalia. “La situación se resolvió mediante la negociación del pago de un rescate en Londres”, afirmó Ińaki Latxaga, dueńo del Grupo Albacora, propietaria del buque. “Hay algunos estudios jurídicos que se especializan en esto, y los secuestradores tienen contactos allí”.Latxaga, quien explicó que las negociaciones estuvieron marcadas por la desproporcionada demanda de efectivo, no estaba impresionado por la situación. “Creo que cualquiera puede juzgar por sí mismo las acciones de esas firmas, porque a veces usted se pregunta dónde están los piratas, si en Somalia o en Londres”, concluyó. El empresario fue entrevistado en abril último por el diario vasco Deia, y declinó proporcionar ningún detalle adicional, cuando fue contactado por Lloyd´s List. La entrevista en el Deia fue publicada en momentos en que en Espańa se seguía muy de cerca la situación de los tripulantes de otro buque atunero, el “PLAYA DE BAKIO”, que había sufrido similar destino que el “ALBACORA 4”.El arrastrero fue liberado después del pago en efectivo de un rescate, que según un fuente somalí citada por Reuters, fue del orden de 1.2 millones de dólares. En este caso, según trascendidos, el dinero fue enviado a los piratas por medio de un pequeńo equipo de oficiales de inteligencia espańoles, aunque nada de esto haya sido nunca confirmado por las autoridades. Como en todos estos casos, hay muchas zonas grises y mucha desinformación en el dominio público. En parte, esto es provocado por los mismos piratas, y en parte es dejado caer como una cortina de humo para encubrir las tácticas de negociación utilizadas para liberar los buques.Los dos casos ilustran la sensación de muchos, en el sentido de que el lugar de la negociación del rescate y la forma en que el dinero es subsecuentemente entregado a los piratas, es al fin una cuestión irrelevante. Para el propietario del buque, lo importante es cerrar un trato.Cuando se está frente a la negociación de un rescate, el proceso es complejo y lleno de trampas potenciales. El primer punto de contacto entre el propietario de un buque y los piratas llega en la forma de una llamada telefónica desde el buque. No sorprende que el lenguaje común para el trueque sea el inglés. Una de las primeras cosas que los negociadores tienen que asegurarse, es que están hablando con el grupo correcto de gente. Las experiencias previas sugieren que hay dos tipos de piratas. Los primeros son aquellos que atacan al buque, y lo abordan en el mar conformando pequeńos grupos bien armados y frecuentemente agresivos. El segundo tipo de piratas actúa como guardias. Tal es la organización de las bandas, que hasta 60 hombres pueden ser asignados a la vigilancia de un buque secuestrado, rotando en turnos hasta que se pague el rescate y se libere el buque. Casos recientes sugieren que la ciudad costera de Eyl, ha emergido como una moderna “Isla Tortuga”, una base pirata donde las bandas parecen gozar de apoyo logístico y adonde fueron a parar la mayor parte de los barcos capturados.Establecer contacto con aquellos que tienen el poder sobre el buque resulta vital en tales circunstancias, del mismo modo que tratar con la persona equivocada puede llevar a pérdida de valioso tiempo, y frustrar el objetivo de obtener la liberación segura de tripulantes y embarcación.Los negociadores curtidos dicen que cada incidente es diferente, y que el tono de las negociaciones puede fluctuar entre la cooperación y la amenaza. “El propósito es alcanzar un acuerdo al que nosotros creamos que los piratas se van a ajustar”, explica Wilkes. “Sin embargo, no existen garantías; usted está tratando con piratas quienes, en virtud de lo que son, resultan impredecibles”.En algún momento de cualquier negociación, se alcanzará un punto en el que se establece un acuerdo aceptable para los piratas y alcanzable para el propietario.Con frecuencia los piratas pretenden que el proceso vaya más rápido que lo que es físicamente posible, o cambian sus demandas después de haberse alcanzado un acuerdo.

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