viernes, 13 de junio de 2008

La inflación delata las inconsistencias del modelo

Buenos Aires.-La contienda con el campo no es la principal causa de la exacerbación de la inflación y el debilitamiento de la actividad económica. Por eso, aunque se encuentre una salida rápida al tema de las retenciones, subsistirá el desafío de controlar la inflación y sostener el crecimiento. La cuestión de fondo es resolver la inconsistencia entre el objetivo económico de promover la producción nacional a través de un tipo de cambio real alto y el objetivo político de incrementar el consumo público y privado. Para compatibilizar competitividad con incrementos de consumo se requieren reformas estructurales que eleven la productividad. La demanda agregada se compone por el consumo privado y público, las inversiones y las exportaciones. La oferta agregada, por su parte, es la suma de la producción interna (el PBI) y las importaciones. Un factor clave para crecer con estabilidad es mantener la equivalencia entre demanda y oferta agregada. Si se promueven aumentos de demanda –ya sea dinamizando el consumo privado con incrementos de salarios nominales y/o con políticas fiscales expansivas y/o aumentos en las exportaciones por estímulos a través de devaluar la moneda– es necesario compensarlos con aumentos en la oferta –ya sea aumentos del PBI y/o de las importaciones–. Si la oferta agregada no llega a incrementarse en la magnitud que lo hizo la demanda, los precios aumentarán hasta restablecer la igualdad. ¿Cómo se han movido las variables macroeconómicas a partir de la devaluación? Con datos del Ministerio de Economía para al periodo 2001 – 2007 se puede observar que:
La demanda agregada se incrementó en 230%, fundamentalmente, por incrementos en las exportaciones (540%), el consumo público (175%) y el consumo privado (157%).
La oferta agregada real se incrementó en 39%, por aumentos en el PBI (36%) y las importaciones (60%).
La brecha entre lo que creció la demanda agregada y la oferta agregada real fueron los aumentos de precios de la economía que llegaron al 137%.

La devaluación produjo un fuerte estimuló sobre la demanda agregada. Lideraron este proceso las exportaciones (porque se licuaron los costos internos) y la construcción (porque fue el principal refugio al que migraron los ahorros). En un contexto de elevados niveles de capacidad productiva ociosa –tanto en capital físico como en desempleo– la respuesta fue un vertiginoso proceso de recuperación de la producción interna. En los últimos años se han sumados otros estímulos sobre la demanda agregada. Por un lado, incrementos en el consumo público por fuerte crecimiento del gasto. Por el otro, aumentos del consumo privado asociados a importantes incrementos de los salarios. Sin embargo, la respuesta de la oferta no ha estado a la altura de esta presión de demanda. Analizando el periodo que va desde el año 2001 al 2007 se observa que la suma de todos estos estímulos (aumento de exportaciones, construcción, consumo público y privado) dio como resultado una multiplicación de la demanda agregada de 3,3. La oferta real de bienes y servicios, por su parte, creció por aumentos de producción nacional e importaciones en 1,4 veces. La brecha entre ambos aumentos es el principal factor generador de inflación. En otras palabras, la inflación es la consecuencia de la desarticulación entre lo que creció la demanda agregada y lo que lo hizo la oferta agregada.A medida que se llega a la utilización plena de la capacidad instalada, los aumentos de la producción cubren una parte menor de los incrementos de demanda agregada. La inflación, entonces, pasa a operar como principal mecanismo para restablecer el equilibrio macroeconómico. La inflación actúa cerrando la brecha entre demanda y oferta por diversas vías. Una, es apreciando el tipo de cambio real. De esta forma disminuye la presión sobre la demanda por el lado de las exportaciones y aumentando la oferta con mayores importaciones. La segunda es con deterioro de salario real. Así, disminuye la presión sobre la demanda que genera el consumo público y privado. La inflación también desalienta inversiones aminorando este componente de la demanda agregada.En este contexto, dentro de las muchas consecuencias negativas que tiene el conflicto con el campo, la más importante –y la menos comentada– es que distrae la atención sobre las verdaderas causas de la inflación y del amesetamiento de la producción. Esto es, si se pretende centrar la estrategia de crecimiento en el estimulo a la producción nacional a través de una agresiva política de tipo de cambio real alto, es fundamental ser muy conservador en materia salarial (consumo privado) y política fiscal (consumo publico). Por el contrario, si además de crecimiento económico también se considera prioritario aumentar los niveles de consumo público y privado hay que avanzar indefectiblemente en reformas estructurales que hagan viables los aumentos de salario en base a aumentos de la productividad. Es fundamental encontrar una salida decorosa al conflicto con el campo. Despejado este conflicto, emergerán los temas sustanciales, que son, el tipo de cambio real alto se ha esfumado y no se han instrumentado las reformas que se necesitaban para que la competitividad cambiaria sea sustituida por la competitividad productiva.

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