jueves, 21 de agosto de 2008

Preocupa elevada cantidad de casos de demencia

Buenos Aires.- Los casos de demencia en el mundo en desarrollo, y en particular, en América Latina y el Caribe, han sido seriamente subestimados, revela un estudio publicado en la revista científica The Lancet. El neurólogo argentino Raúl Luciano Arizaga, presidente del Grupo de Investigación de Demencias de la Federación Mundial de Neurología, comenta los resultados de este trabajo.
Los niveles de demencia, como la enfermedad de Alzheimer, en países en desarrollo, principalmente América Latina y El Caribe, son tan graves como en el mundo desarrollado. Así lo revela un estudio -publicado en la revista médica The Lancet en julio de este año- realizado por un equipo internacional de científicos, coordinados por el Instituto de Psiquiatría del King´s College de Londres, Reino Unido.
La demencia, y su forma más común, la enfermedad de Alzheimer, conducen a discapacidades como pérdida de memoria, lo que afecta la calidad de vida del paciente y las personas que lo cuidan. Actualmente, se estima que hay casi 24 millones de personas que padecen demencia en el mundo. Cada año se presentan 4.6 millones de nuevos casos. Esas cifras estimativas surgen a partir del entrecruzamiento de datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Banco Mundial y otros organismos.
“Después de la enfermedad de Alzheimer, de etiología degenerativa, la más frecuente es la demencia de origen vascular, antiguamente denominada arteriosclerosis cerebral. Otras patologías prevalentes son la demencia con cuerpos de Lewy y la demencia frontotemporal”,
De acuerdo con el doctor Raúl Luciano Arizaga, neurólogo, miembro del grupo que publicó el estudio y actual presidente del Grupo de Investigación de Demencias de la Federación Mundial de Neurología (WFN, por sus siglas en inglés), los niveles de demencia en el mundo en desarrollo, y en particular en América Latina y el Caribe, han sido seriamente subestimados “porque en los primeros estudios efectuados en países en desarrollo, no se consideró que la opinión del informante (familiar o conocido del paciente) sobre el trastorno de memoria del individuo evaluado estaba influida por aspectos culturales; es decir, consideraban el déficit como un hecho normal de la edad”.
Otro factor que explica porqué los estudios anteriores no lograron identificar una proporción importante de casos de la enfermedad en la región “es el hecho de que en América Latina y otros países en desarrollo, los familiares del enfermo tienen menos posibilidades de percibir los síntomas de la enfermedad y de informar al médico. El problema en estas regiones es que hay una falta de conocimiento y alerta de la población general y la consulta es tardía o no se hace”, asegura Arizaga, el primer científico argentino que ha sido designado, en abril de este año, para encabezar ese grupo de trabajo de la WFN.
Desde su nuevo cargo, Arizaga se propone no sólo promover la actividad científico-académica, sino también, desarrollar junto con sus colegas, “acciones que lleven a un mayor conocimiento y concientización por parte de los responsables de las políticas de salud acerca del problema médico, social y económico generado por las demencias y el deterioro cognitivo”. Y agrega: “Nos interesa estimular en la comunidad médica, la difusión de los avances de investigación clínica, diagnóstico y tratamiento de las demencias. Necesitamos además, educación médica para que los clínicos reconozcan esos síntomas y la progresión de la enfermedad”.
Para Arizaga, en el futuro próximo se registrará en América Latina un aumento del impacto de las demencias a causa del envejecimiento poblacional. "Será el más acelerado del planeta", señala. Y continúa: “A eso se suma el hecho de que en los próximos años no se dispondrá de un tratamiento antipatogénico (que elimina o ataca la causa de una enfermedad); por lo tanto, las armas disponibles serán el diagnóstico temprano basado en la educación médica y de la población, los actuales medicamentos para tratar los síntomas, y la adopción de estilos de vida que contrarresten el efecto de los factores de riesgo como el sedentarismo, la falta de interacción social, el colesterol y la hipertensión, entre otros”.

Por Bruno Geller
Agencia CyTA-Instituto Leloir

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