jueves, 13 de noviembre de 2008

Entraría capital ruso en Repsol YPF

Madrid.- Otro bombazo en el mercado energético: el gigante ruso Gazprom aspira a entrar en Repsol YPF y quiere hacerlo con una posición de control, según se despachó en esta ciudad el viceprimer ministro ruso, Alexander Zhukov.
Luego de varios meses de versiones sobre un supuesto interés ruso en la petrolera, es la primera vez que una autoridad del gobierno de Moscú lo confirma y de modo tan específico.
La pretensión que ratificó el hombre de confianza del primer ministro Vladimir Putin no es otra que entrar en la petrolera mediante la compra del 20% del paquete accionario que, en este momento, está en manos de la constructora española Sacyr-Vallehermoso.
Semejante porción, valuada en 3500 millones de euros, es la mayoritaria en el esquema de la compañía. Con lo que, de concretarse la maniobra, el gigante ruso pasaría a tener el mayor peso y difícilmente aceptaría no ejercerlo de algún modo.
Ninguna de las tres empresas involucradas -Gazprom, Repsol y Sacyr- quiso hacer ayer comentario alguno sobre el anuncio del locuaz vicepremier Zhukov.
El silencio, con un añadido de sorpresa, fue también el perfil elegido por el gobierno socialista español. "Es la primer noticia que tengo. De eso no hablamos nada", dijo el ministro de Industria, Miguel Sebastián, al ser consultado sobre el anuncio del visitante ruso. La respuesta de Sebastián añadió más intriga al asunto: es que el vicepremier Zhukov hizo su sorprendente anuncio después de haberse reunido con el hombre de confianza del presidente, José Luis Rodríguez Zapatero.
Consultadas por LA NACION, fuentes cercanas al gobierno español sugirieron que una operación con Gazprom no entra en las primeras opciones de análisis para el futuro petrolero español.
Similar impresión se recogió entre analistas del sector, que señalaron la "enorme desconfianza" que en Europa occidental se tiene hacia el gigante energético ruso, al que consideran una herramienta política de Moscú. Quienes así opinaron recordaron, por caso, que el actual presidente ruso, Dmitry Medvedev, era titular de Gazprom cuando el saliente presidente Putin -y actual primer ministro y jefe de partido- lo nominó para sucederlo.
En venta
Cualquiera que sea el futuro de la operación, su súbito planteo sí parece haber sido recibido de buen grado en la constructora Sacyr, donde las palabras del ruso fueron como maná del cielo. Semanas atrás, Sacyr había confirmado interés en vender su porción de Repsol para solventar problemas derivados de la crisis de la construcción.
Ayer se daba por seguro que, en el caso de que se desaliente la operación con Gazprom, la constructora sí estaría en condiciones de maniobrar en busca de oxígeno en esferas del poder político español.
Sebastián, por lo pronto, rechazó toda posibilidad de que así fuera. De hecho, y tras insistir en que no sabía "nada de nada" del asunto, subrayó que, en todo caso, se trataría de "una operación privada" en la que el gobierno no participaría.
De confirmarse la aspiración, Gazprom podría tener impacto en la actual gestión de YPF como filial de la petrolera española, con la gerencia en manos de Enrique y de Sebastián Eskenazi, empresarios, ambos, de fuertes lazos con el ex presidente Néstor Kirchner.
Son, cuando menos, culturas empresariales distintas. Fundada hace veinte años sobre la estructura de lo que era un ex ministerio soviético, Gazprom tiene medio millón de empleados y de ella dependen energéticamente países de media Europa. El grupo Petersen, en cambio, admite públicamente su "inexperiencia" en materia de hidrocarburos.
El resto de las costuras del ruso se miden con talle digno de cosaco. Se trata de una de las corporaciones más grandes del mundo, con un valor de mercado cercano a los 300.000 millones de dólares.
Sus ventas anuales superan los 31.000 millones de dólares, controla el 15 por ciento de las reservas mundiales de gas y una considerable cantidad de las de petróleo.
Ya, desde el vamos, parecen culturas bastante distintas. De todas formas, anoche, en España, había más escepticismo que otra cosa para el futuro de la pretensión rusa. Aunque, claro, nunca se sabe.

Silvia Pisani Corresponsal en España
LA NACION

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