jueves, 2 de octubre de 2008

Comercio exterior genera casi 1 de cada 3 pesos de recaudación

Buenos Aires.- Las turbulencias financieras aparentan no tener impactos importantes en la Argentina debido al aislamiento que el país sufre desde el default. Sin embargo, es altamente probable que la crisis tenga asociados menores precios internacionales de las materias primas. Esto va a deprimir la recaudación que proviene del comercio internacional y, por esa vía, aparecerá otra manifestación de la fragilidad fiscal estructural de la que adolece la Argentina. Se trata de otra evidencia más de la importancia estratégica de transformar la organización del sistema tributario. En la medida que aumenta la profundidad de la crisis financiera internacional se acentúan los interrogantes y las preocupaciones sobre los probables efectos que podrían tener sobre la Argentina. Los impactos directos deberían ser tenues ya que desde la declaración del default y una serie de decisiones posteriores que lo profundizaron, la Argentina fue marginada de los circuitos financieros internacionales. Prueba de ello es que cuando el Tesoro necesita financiamiento tiene que recurrir al mercado financiero local, a los excedentes de algunos organismos públicos importantes (como AFIP y ANSES) y a acuerdos políticos con el gobierno de Venezuela. En este marco, que se cierren las puertas del crédito internacional para los países emergentes no aparece como un problema importante porque desde hace varios años esas puertas están cerradas para la Argentina.Sin embargo, si bien la convulsión se manifiesta en los mercados financieros, es previsible que sus impactos se extiendan a la economía real. En un escenario donde la crisis trasciende la cuestión financiera, la incidencia sobre la economía argentina puede ser muy importante. Una cuestión clave, en este sentido, son las derivaciones que puede tener un cambio de tendencia en los precios internacionales de las materias primas sobre la situación fiscal. En tal sentido, según datos del Banco Central y de la AFIP aparece que:· En el primer semestre del 2008, los impuestos directamente ligados al comercio exterior –retenciones, aranceles e IVA recaudado por la Aduana– representaron el 29% de la recaudación tributaria total.· En junio del 2008, el Índice de Precios de Materias Primas que exporta la Argentina alcanzó el pico histórico de 229 con base 1995=100 y la recaudación fiscal sobre actividades ligadas al comercio exterior tuvo aumentos superiores al 60% anual.· En agosto del 2008 el Índice de Precios de Materias Primas era de 202 y la recaudación fiscal sobre el comercio exterior ya crece a tasas inferiores a 60% anual. El estancamiento y la decadencia de la Argentina de las últimas décadas esta íntimamente vinculado a la insolvencia estructural del sector público. De allí el merecido énfasis con que se destaca el hecho que, desde el 2003, el Estado muestra ingresos superiores a sus gastos. Sin embargo, los datos también muestran que una parte importante de esta nueva dinámica fiscal se explica por una alta participación de los impuestos al comercio exterior y que esto está sostenido por niveles excepcionalmente favorables en los precios internacionales de los bienes que exporta la Argentina. El escenario más probable que emerge de la crisis financiera es el de moderación en el nivel de actividad económica mundial en combinación con una tendencia hacia la apreciación del dólar. Esto seguramente tendrá asociado una disminución en los niveles de precios internacionales de las materias primas. El Índice de Precios de las Materias Primas que elabora el Banco Central ya registra en agosto este fenómeno y se proyecta su profundización en setiembre, al menos en relación a las oleaginosas. El precio de la soja está muy cerca de los U$S 400, por encima de los U$S 320 que tenía el año pasado, pero lejos de los U$S 600 al que llegó durante el conflicto agrario. Alcanzaría con que los precios internacionales retornen a los relativamente altos niveles del 2006, para que la exuberancia fiscal del comercio exterior se esfume. En este marco, la crisis financiera internacional se va a convertir en el factor que pone en evidencia la insolvencia fiscal estructural que la Argentina nunca logró superar. En otras palabras, más allá de un prolongado –aunque no por ello transitorio– periodo de importantes superávits fiscales, la propensión a gastar más que lo que se recauda sigue siendo la regla. El debilitamiento de la recaudación sobre el comercio internacional va a obligar a morigerar el crecimiento en el gasto público y a aumentar la recaudación de otros impuestos. Seguramente que la inflación elevada es una “ayuda” para cumplir ambos objetivos ya que permite “licuar” gasto y aumentar la recaudación nominal. De todas formas, cualquiera sean las alternativas, o el énfasis que se ponga en ellas, lo cierto es que los efectos en el corto plazo serán contractivos. Así, el empeoramiento de la situación financiera internacional se traducirá en menores tasas de crecimiento. En una mirada más profunda, se esta poniendo en evidencia las negativas consecuencias que tiene para el desarrollo del país sostener una mala organización del sector público, tanto por el lado de cómo recauda sus impuestos como por las prioridades con que asigna sus recursos.

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