Buenos Aires.- El bullying encuentra en la escuela su escenario principal y no reconoce niveles socioeconómicos. Designa una forma de violencia que incluye no sólo la violencia física, sino también la agresión psicológica y moral que un alumno ejerce sobre otro, a quien elige como blanco de reiterados ataques.A pesar que el tema empezó a tomar relevancia en el último tiempo, se trata de un fenómeno bastante habitual entre los estudiantes: el 99% de los chicos reconoce que tiene algún compañero del que se burlan, aunque apenas unos pocos casos llegan a los gabinetes psicopedagógicos de las escuelas.Las estadísiticas son elocuentes: un estudio realizado entre seis mil chicos de todo el país revela que uno de cada cuatro alumnos de entre 10 y 18 años siente miedo por la violencia, directa e indirecta, que puedan ejercer sobre él sus compañeros de escuela. Por otra parte, según este relevamiento, el 46% declaró que sufría violencia directa de sus compañeros y en ocasiones el 11 %, en forma reiterativa. En estos casos, el 57% de los niños calla y el resto lo comunica a sus amigos, después a sus padres y, por último, al docente.Las consecuencias de no actuar ante estas situaciones pueden describirse en una línea dimensional que se presenta entre dos extremos: en el hostigador abarca desde la cristalización de una personalidad que basa su estima en el poder y el control sobre los demás, así como en una moral que justifica la manipulación de otros seres para beneficio propio, hasta la instalación de mecanismos psicopáticos severos, que se vuelven impermeables a las terapias verbales por su incapacidad de desarrollar empatía, y que muchas veces alcanzan niveles de delincuencia. En el hostigado puede ir desde el "no querer ir a clase",disminución del rendimiento académico, dolores abdominales y cefaleas recurrentes, hasta la depresión y el suicidio en el otro extremo.También se han registrado casos en que se convierten en hostigadores de manera explosiva, concurriendo por ejemplo a clase con alguna clase de "armamento" para ser utilizado ante su hostigador. Por otra parte, para la mayoría silenciosa, las consecuencias van desde la construcción cognitivo-afectiva de un "mundo peligroso" donde el sistema de reglas en la práctica no resulta útil para brindar seguridad, hasta la identificación con el hostigador y "la celebración" de todo el fenómeno de agresión.Por todos estos motivos, se vuelve crucial concientizar a alumnos y responsables educativos respecto de la serias consecuencias que representa el Bullying, La importancia de un abordaje temprano, enérgico y persistente para neutralizar este problema, radica en las serias consecuencias que tiene, no sólo para el hostigador y el hostigado; sino también para la "mayoría silenciosa", los compañeros que temen defender a la víctima por la posibilidad de pasar a ocupar su lugar. Ello se debe fundamentalmente a que las personalidades están en plena conformación; en un momento en el cual, los hábitos perceptuales y de acción, que regirán sus vidas, así como los principios éticos que se internalizan a modo de conciencia moral se integran para dar forma tanto a la imagen del sí mismo como del mundo.
Por Dr. Daniel Sidelsky Staff profesional de Programar Proyectos Educativos (www.programareduca.com.ar).
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