Buenos Aires.- Uno de los factores determinantes del buen desempeño macroeconómico de los países latinoamericanos es la mejora en su situación fiscal. En general, esto reposa en un importante incremento de la presión tributaria y en un manejo más austero del gasto público. En este contexto, la Argentina se destaca por ser el país que más ha aumentado su presión tributaria, junto con una clara tendencia a sostener los ingresos públicos en base a impuestos regresivos y distorsivos, y un marcado retroceso en materia de calidad en la gestión del gasto público. Latinoamérica disfruta un ciclo económico muy positivo gracias al contexto internacional inéditamente favorable. Sin perjuicio de esto, también contribuye al ciclo de crecimiento un cambio en las políticas económicas domésticas. Uno muy relevante son las finanzas públicas. En el pasado, la mayoría de los países sufrían fuertes y persistentes déficits fiscales. La tendencia actual, en cambio, son los superávits. En el proceso de reversión de la situación fiscal operan varios factores. El más importante son los impactos positivos que tiene para la región la mejora de los términos de intercambio externo. En paralelo, también se observa un significativo aumento en la presión impositiva. En el Estudio Económico de América Latina y Caribe 2007-2008 recientemente difundido por la CEPAL se destaca este fenómeno. Además permite identificar algunas particularidades que destacan a la Argentina. En este sentido, el informe señala que:
Para el promedio de América Latina, la presión impositiva pasó del 15,2% del PBI en el año 2000, al 18,2% en el 2007. Es decir, se incrementó en 3 puntos del PBI.
En Chile, el país de la región con mejores indicadores económicos, la recaudación tributaria representaba el 18,9% del PBI en el 2000 y llega al 21,3% en el 2007. Esto implica un incrementó en 2,4 puntos del PBI.
En Argentina pasó desde 21,5% en el 2000 a 29,2% del PBI en el 2007. Es decir, se incrementó en 7,7 puntos del PBI.
Aunque este tipo de comparaciones tiene limitaciones estadísticas importantes, por ejemplo, los datos de la Argentina no incluyen los impuestos municipales, los órdenes de magnitud y sobre todo las tendencias permiten extraer algunas conclusiones. Dentro de Latinoamérica, sólo Brasil, con una presión tributaria del 35% del PBI, tiene un nivel más elevado que la Argentina y ninguno de los 20 países relevados por la CEPAL tuvo un incremento tan alto como el experimentado por la Argentina en los últimos 7 años. De todas formas, la presión tributaria en los países latinoamericanos sigue siendo baja. En los países desarrollados, con frecuencia este indicador es superior al 40% del PBI. La experiencia internacional señala que no es tan relevante el nivel de la presión impositiva, como la forma en que se recaudan los impuestos y el destino que se le dan. Allí está la clave del éxito de muchos países y las debilidades del fenómeno que se observa en la Argentina. De los 7,7 puntos del PBI de aumento de recaudación entre el 2000 y el 2007, el 35% es explicado por los impuestos al comercio exterior, un 21% por aumento de la presión impositiva de impuestos sobre la propiedad –fundamentalmente el impuesto al cheque– y 14% proviene de aportes y contribuciones a la seguridad social. En otras palabras, el 70% del incremento en la presión impositiva proviene de impuestos muy volátiles y distorsivos (comercio exterior, transacciones bancarias) o socialmente regresivos (impuestos al trabajo). En sentido contrario, los impuestos a las rentas y a las ganancias explican sólo el 20% de los 7,7 puntos de incremento que tuvo en el periodo la presión impositiva total. Además, esto no se ha logrado en base a un mejor diseño y administración del impuesto a las ganancias sino fundamentalmente a que no se permite el ajuste por inflación en los balances y los mínimos no imponibles se han actualizado por debajo del aumento de los precios. Chile muestra que es posible una gestión tributaria más congruente con la equidad y el desarrollo. Por un lado, el crecimiento de la presión impositiva es más moderado que en la Argentina. Por otro, este crecimiento reposa en los impuestos sobre las rentas y las ganancias que se incrementaron en 4 puntos del PBI. Esto compensó una disminución de la presión de los impuestos más distorsivos que se redujeron 2 puntos del PBI. Así, los impuestos a las rentas y a las ganancias en el 2000 representaban el 23% de la presión impositiva total y en el 2007 representan el 40% de la recaudación impositiva total. Pero más relevante para la Argentina es el destino que el Estado le da a los recursos originados por una presión impositiva récord. Es muy marcada la prioridad que tienen los crecientes subsidios a empresas privadas y a las empresas estatizadas. Esto implica desplazar inversiones en áreas sociales importantes contribuyendo a perpetuar la regresiva distribución del ingreso. Por la magnitud y la tendencia expansiva de estos subsidios, también merecerían asignarles identidad suficiente para generar una próxima crisis fiscal.
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