lunes, 14 de julio de 2008
Detrás de las retenciones hay serios problemas de “caja”
Buenos Aires.-El superávit fiscal es uno de los pilares de la política económica oficial. Sin embargo, las cuentas públicas reflejan más superávits de “caja” que solvencia genuina. No hay déficit porque no se respeta la movilidad de las jubilaciones, se apropiaron los ahorros del régimen de capitalización y, en los primeros meses del 2008, se registró como ingreso del Tesoro utilidades del Banco Central. En este contexto, la puja por las retenciones es un síntoma de debilidad fiscal que sólo podrá ser superada con la transformación en la organización del sector público.El Ministerio de Economía difundió datos sobre la situación financiera del sector público nacional a mayo de 2008. Según esta información, el superávit fiscal en los primeros 5 meses del año fue de $12 mil millones. Para tener un parámetro de referencia cabe considerar que en todo el 2007, el superávit había sido de $9,3 mil millones. En sólo 5 meses se ha logrado superar en más de un 30% el nivel de superávit fiscal que se tuvo en todo el año pasado.La tendencia no es directamente extrapolable a los 7 meses que faltan para completar el año porque hay gastos que se ejecutaran con mayor intensidad en el segundo semestre. Sin embargo, no deja de ser llamativo este resultado en medio de la crisis con el campo, los subsidios crecientes y cierta desaceleración de la economía. Por eso resulta interesante analizar desde una perspectiva histórica la evolución del superávit. Información difundida por el Ministerio de Economía señalan que:En el 2004 el superávit fiscal alcanzó la cifra de $11,6 mil millones de los cuales $9,1 mil millones correspondieron fundamentalmente al superávit del Tesoro nacional.En el 2006 el superávit fiscal se mantuvo en $11,6 mil millones donde el Tesoro aportó $4,3 mil millones y la seguridad social aportó $6 mil millones de superávit.En el 2007 el superávit fiscal fue de $9,3 mil millones pero el Tesoro estaba en déficit y la seguridad social aportó $10 mil millones fundamentalmente porque se absorbieron $8 mil millones de ahorros depositados en las AFJP.Los datos sugieren que el superávit fiscal se mantiene gracias a acciones de sustento transitorio. En la salida de la crisis del 2002 tuvo un rol fundamental la “licuación” de gastos, fundamentalmente, salarios y jubilaciones. En el 2006, la “licuación” de las jubilaciones se mantuvo con lo cual el sostén principal del superávit del sector público lo brindó la ANSES. Durante el 2007, fue decisiva la transferencia de ahorros del régimen de capitalización al régimen público de reparto. En el 2008, el efecto de la “licuación” de jubilaciones y pensiones sigue teniendo un alto impacto sobre las finanzas públicas. Se estima que si la ANSES cumpliera con la movilidad que manda la Constitución el gasto público aumentaría en aproximadamente $8 mil millones. En el criterio de registración de “caja” del Estado nacional, estos “ahorros” por retraso de jubilaciones son contabilizados como superávit. Sin embargo, la acumulación de fallos judiciales adversos contra la ANSES está señalando de qué se trata de una mera postergación de un gasto que deberá ser afrontado en el futuro. Por otro lado, las cuentas públicas del 2008 también se vieron beneficiadas por el inédito aumento de los precios internacionales de los alimentos y materias primas que indujo crecimientos en los impuestos al comercio exterior. También tuvieron un rol destacado las transferencias que se hicieron desde el Banco Central hacía la Tesorería por unos $1,5 mil millones. Es interesante señalar que esta cifra no es suficiente para cubrir el incremento de subsidios a empresas privadas productoras de combustibles, energía, transporte y alimentos. “Licuar” jubilaciones, apropiarse de los ahorros previsionales de las personas que están en el régimen de capitalización, utilizar las rentas que generan las reservas de divisas del Banco Central, gravar excesivamente al comercio exterior en un marco de precios internacionales inéditamente favorables, alcanza para mostrar una contabilidad holgada. Sin embargo, no demuestra solvencia fiscal. Por un lado, porque en general son acciones de impacto transitorio. Por el otro, porque en la mayoría de los casos tienen asociado secuelas sociales y productivas muy negativas. La debilidad fiscal estructural es uno de los factores que explica la voracidad tributaria sobre las exportaciones. La crisis suscitada con el campo pone a descubierto los enormes costos institucionales, sociales y económicos que se generan por seguir conviviendo en estado de insolvencia fiscal; aunque sea disimulado con superávit de “caja”. Por eso, más allá de que es importante que el Congreso resuelva el tema puntal de las retenciones, es fundamental que se aboque a una reorganización integral del sector público tomando como eje los criterios federales que fija la Constitución Nacional. Este es el camino para que el Estado sea capaz de brindar servicios adecuados contando con el respaldo de un sistema tributario que genere los recursos necesarios a través de fuentes genuinas y sostenibles.
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