Buenos Aires.- SAGIR manifiesta su preocupación ante algunas normas e intervenciones que dificultan el logro de sus objetivos y atentan contra la competitividad de la cadena de valor.La Asociación Argentina de Girasol, entidad representativa de la Red de Valor creada en torno al cultivo, ha propuesto aumentar la superficie de girasol en las próximas campañas hasta conseguir 3 millones de hectáreas sembradas y 6 millones de toneladas de producción. El objetivo es agregar valor en todos los eslabones de la Red y abastecer al mercado interno con el aceite elegido por el consumidor local. Para lograrlo, es preciso recuperar áreas agroecológicas con mayor potencial de rinde, en las cuales el girasol ha sido reemplazado por cultivos de mayor rentabilidad, o avanzar hacia nuevas zonas agrícolas. Si bien se produjo una mejora tecnológica, todavía ésta no se ha expresado en un aumento en el rinde promedio nacional, ya que la mayor incidencia proporcional de la región extra-pampeana ha impedido la suba de la productividad media por hectárea. El girasol, que es un cultivo relevante para una agricultura sustentable, con rotaciones y adecuado uso del suelo, se ha transformado en una herramienta clave para algunas economías regionales donde los productores sufren (como en la actualidad) contingencias climáticas de difícil previsión (amén del riesgo económico) y no tienen capacidad financiera para sobreponerse a una campaña adversa. Su ingreso familiar se ve sometido a una alta volatilidad como consecuencia de la variabilidad de rindes y precios.ASAGIR, en su objetivo de desarrollar las acciones que sean necesarias para asegurar la competitividad del girasol, viene realizando una fuerte inversión en Proyectos de Investigación y Desarrollo tecnológico, de manera conjunta con el sector público. Sin embargo, quiere dar a conocer su preocupación respecto de algunas normas e intervenciones que dificultan el logro de sus objetivos y atentan contra la competitividad de la cadena de valor.
Los perjuicios al girasol argentino
Como sucede con los demás cultivos, el girasol es perjudicado por las “notas externas” de la Dirección General de Aduanas y la discrecional aplicación del llamado Alerta 14. Además, como consecuencia de los plazos de vigencia del “R.O.E. verde”, la exportación de granos y subproductos está seriamente afectada: no se puede establecer el precio FOB de base, ni su tratamiento impositivo (derechos de exportación) para operaciones que vayan más allá de los ciento cincuenta días. En tanto, para los registros de operaciones a plazos menores, se obliga al pago anticipado con el consiguiente costo financiero.
Las dificultades para la formación del precio local están fundadas en:
a) los valores FOB índice que se utilizan están “inflados” en U$S 20 a 30 por tonelada desde hace varios meses. En el caso del aceite, porque el índice tiene un retraso en capturar la baja de los precios que comenzó en junio. En el caso de los pellets, adicionalmente, los valores reflejan la calidad 37/38% Profat, que cotiza un 10% por encima que la calidad promedio producida en el país;b) suspendidos los subsidios al precio del aceite que se vende envasado en el mercado interno, la industria debe asumir el costo de un sistema de autocompensación.
En este marco de incertidumbre, los compradores externos castigan al grano y subproductos de origen argentino (previendo eventuales costos por demoras en los fletes marítimos). También bajan los valores para el disponible, se reduce el ingreso de divisas para el país, así como la recaudación potencial de derechos de exportación, y no se consiguen los objetivos “implícitos” en las mencionadas medidas: reducir la tasa de inflación observada, asegurar la situación fiscal, favorecer al consumidor interno, lograr una redistribución más equitativa, entre otras. Al complicarse la operatoria futura se reducen los contratos forward y, naturalmente, se ven perjudicadas la producción de granos y la provisión de insumos, se dificulta la prefinanciación de exportaciones y se desalientan las tan habituales operaciones de canje.Los integrantes de la Red de Valor de girasol, representados en ASAGIR, confían en el diálogo con las autoridades competentes. Así, se espera lograr una rápida revisión de los mecanismos puestos en práctica en los últimos meses y el dictado de una normativa consistente con los usos y costumbres empleados en todos los países de relevancia en el comercio mundial de granos y derivados. Deberíamos facilitar la inserción de la producción en los mercados mundiales y aprovechar la ventaja de la contra-estación, período en el cual los países de mayores ingresos del Hemisferio Norte no tienen otra alternativa de abastecimiento que aceites y harinas de girasol argentino, representativos del 40% del comercio mundial.
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