EE.UU.- Es un hecho inédito. Que un empresario latinoamericano, como el magnate mexicano Carlos Slim, compre acciones del diario que lee la inteligentzia norteamericana, The New York Times , e ingrese por la puerta grande, aunque sea con 9,1 millones de acciones clase A, que no le permiten injerencia alguna en la redacción ni en la línea editorial, dice mucho de Slim y de Estados Unidos, que ya acredita 40 millones de habitantes hispanohablantes.
México muestra que es capaz de saltar el muro que tanta polvareda levanta en la frontera mexicana-norteamericana y Slim da una señal a la prensa escrita, perpleja por el drenaje de recursos publicitarios y de lectores que, sin pausa, aquilatan Internet, en general, y los diarios online , en particular.
Según información de la Comisión de Valores de Estados Unidos, la operación financiera alcanzó los US$ 127 millones, al pagarse 13,96 dólares por acción.
Hombre de fortuna
Con US$ 60 mi millones en su haber, Slim -que desembarcó en la Argentina con Telmex primero, y se quedó también con una porción del mercado de telefonía celular con la compañía Claro- es según la revista Forbes el hombre más rico del mundo detrás de Warren Buffet, que apenas lo supera en una "pequeña" cifra -US$ 2000 millones-, y está delante de Bill Gates.
Su imperio, con una fuerte presencia en el sector de las telecomunicaciones, también invierte en comercio, infraestructura, minas, tabacaleras, ferrocarriles, cadenas de centros comerciales y bancos. Se calcula que más de 200.000 personas trabajan directamente para sus empresas y Forbes estima que sus compañías aportan el 6,3% al PBI mexicano.
Su asombrosa omnipresencia en el mercado de la telefonía en México desalienta a sus competidores, que lo acusan de abusar de las prácticas monopólicas. En noviembre de 2007, el Grupo Telefónica lo demandó ante la Comisión Federal de la Competencia por abuso de posición dominante y prácticas monopólicas.
La inversión de Slim en la "dama de gris", como históricamente se conocía al Times , de Nueva York, se hizo mediante dos fondos de cobertura (Harbinger Capital y Firebrand Partners) y según declaró el magnate en Ciudad de México, donde fue abordado por la prensa de su país, se trata de una inversión "estrictamente financiera" y no tiene intenciones de entrar en los medios norteamericanos. La carrera ascendente de Slim comenzó en México en 1990 con la privatización de Telmex.
Convertido en el tercer inversor del diario, cuyo control continúa en manos de la familia Sulzberger, Slim y los fondos de cobertura se quedaron con el 30% de las acciones clase A. No obstante, está lejos de incidir en la redacción de uno de los más prestigiosos diarios de referencia del mundo.
La razón es que la familia de Arthur Sulzberger es dueña de la mayoría de las acciones clase B, que la habilita para la designación de los directores de la compañía editora del Times , así como de The Boston Globe y una cadena de diarios regionales.
El propio The New York Times publicó ayer que Slim acredita un historial de compra de bienes depreciados que luego vende con amplio margen de ganancia. Algunos analistas familiarizados con sus inversiones sostienen que la compra de las acciones del Times , de Nueva York, van por ese camino.
Antecedentes
Las voces que especulan que el desembarco de Carlos Slim, viudo, de 68 años y con seis hijos, en The New York Times es el puntapié inicial de inversiones en medios norteamericanos, se sostienen en la propia historia del magnate. En 2004, se convirtió en el mayor accionista de MCI, la segunda operadora de larga distancia de EE.UU. Posteriormente, la más grande telefónica de ese país compró MCI, lo que le dió enormes ganancias a Slim. Luego de esa exitosa inversión, el empresario mexicano volvió su atención sobre los medios. Ese año compró acciones en el diario británico The Independent .
A fines de 2007, Slim dijo que a los 12 años hizo su primera inversión. "Con el dinero que mi papá me daba los domingos". El "desarrollo y el empleo" son para Carlos Slim "asignaturas pendientes".
Como todo billonario, también invierte en causas filantrópicas y es un destacado coleccionista de arte. Sus fundaciones Carso, Telmex y del Centro Histórico de México valen US$ 5000 millones.
Por Susana Reinoso
De la Redacción de LA NACION
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