Bolivia.- Con el corazón en la boca, Bolivia volvió a colocarse ayer al borde del precipicio. Anoche, al cierre de esta edición, en varios comercios del centro de esta ciudad de Santa Cruz, la más dinámica de Bolivia, pobladores cruceños se apostaban frente a vidrieras y bares con pantallas de TV. Con gritos de indignación contra el gobierno, sorpresa o bien con signos de furia contenida, todos asistían a la confirmación de una nueva jornada de luto en el país. Es que en una sangrienta escalada de violencia, al menos nueve personas murieron y otras 20 resultaron heridas en un enfrentamiento armado entre grupos leales al presidente Evo Morales y opositores cerca de Cobija, la capital del departamento amazónico de Pando, en la frontera con Brasil.Fuentes policiales dijeron anoche que uno de los muertos es un funcionario de la prefectura de esa ciudad, capital de uno de los departamentos que integran la llamada "media luna", la zona más rica del país que reclama un sistema autonómico y rechaza el proyecto oficial de aprobar una Constitución de corte indigenista, que represente a la mayoría de esta convulsionada nación."La paciencia tiene un límite", dijo el presidente y advirtió sobre la posibilidad de tomar "algunas decisiones radicales". Las muertes en Pando se produjeron cuando partidarios de Morales se enfrentaron con fanáticos de grupos cívicos de derecha. Hubo disparos de armas de fuego en momentos en que la Policía procuraba mediar. Todo sucedió en un barrio alejado de la capital provincial.La violencia de ayer fue una virtual continuación de los graves incidentes del martes pasado en esta ciudad, Santa Cruz, cuando la oposición tomó oficinas estatales y hubo incendios y saqueos de instituciones del Estado central. Luego, varios grupos intentaron la toma de campos petroleros en el sur, provocando el estallido de uno de los ductos. El caudal de gas a Brasil quedo mermado y anoche trataban de volverlo a la normalidad. Todo se produce poco después de que Morales hubiese expulsado del país al embajador de Estados Unidos, Philip Goldberg, al que acusó de alentar el separatismo en Bolivia.Anoche, cuando este enviado llegó a Santa Cruz, todo el aeropuerto estaba sitiado por grupos de opositores y de simpatizantes del gobierno, que controlaban las distintas rutas de acceso a la ciudad. Los que arribaban debían tomar un taxi o remís desde la estación y hacer un transbordo pasando a pie los piquetes."Las medidas serán aún más fuertes si el gobierno no deja de atacarnos", comentó a Clarín uno de los piqueteros, que prefirió no identificarse. A unos 400 metros de allí, un segundo grupo favorable al gobierno culpaba al prefecto -gobernador- local de todos los disturbios. "Somos mayoría, pero no se han enterado todavía", dijo uno de los que lideraban la toma.La violencia se disparó hace unas dos semanas, poco después del respaldo masivo que Morales recibió en el referéndum revocatorio del 10 de agosto. En una rueda de prensa en el Palacio Quemado, el viceministro de Coordinación con Sectores Sociales y la Sociedad Civil, Sacha Llorenti, denunció que el prefecto de Pando, el opositor Leopoldo Fernández, "ha conculcado una masacre de campesinos a través de funcionarios de la Prefectura acompañados de asesinos causando la muerte de varios bolivianos".El clima de tensión se mantenía a la vez en Santa Cruz, Tarija y Beni, los otros departamentos que proclamaron su autonomía en referendos en mayo y junio, considerados ilegales por el gobierno. El ministro de Gobierno boliviano, Alfredo Rada, no dudó en afirmar que "todos los pasos que el Ejecutivo había denunciado la semana pasada de un golpe cívico, impulsado por los gobernadores de las cinco regiones opositoras, se están cumpliendo"."El golpe cívico-prefectural se está convirtiendo rápidamente en violencia interna. En Pando, Tarija y Santa Cruz la sociedad civil está fracturada. Estos enfrentamientos internos son exclusiva responsabilidad de los prefectos y líderes civiles que intentan romper el régimen democrático", denunció.En un acto en La Paz, el presidente Morales también fue severo: "Vamos a tener paciencia, prudencia, como siempre tratar de evitar la confrontación, vamos a aguantar, pero la paciencia tiene un límite". En Santa Cruz, trabajadores de Correos continuaban ocupando ayer las oficinas principales de la institución, mientras grupos de jóvenes tomaron poco antes del mediodía la sede de la Compañía Logística de Hidrocarburos (CLHB), una de las petroleras nacionalizadas por el gobierno en mayo.Las protestas contra el gobierno se iniciaron hace más de dos semanas cuando los gobernadores y dirigentes cívicos de Santa Cruz, Beni, Pando, Tarija y Chuquisaca anunciaron medidas de presión para exigir la devolución de una renta petrolera que antes recibían sus regiones.El Ejecutivo recortó en enero este ingreso regional para pagar una ayuda directa a los ancianos de todo el país.
Fuente: Clarin
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