Buenos Aires.- La clasificación y el posterior reciclaje de los residuos a partir de las iniciativas de los municipios es una vía de solución al problema de la basura que se extiende por todo el país. En ese contexto, las crecientes toneladas de PET reciclado son un indicio del recupero conseguido. Los grandes conglomerados urbanos viven hoy atiborrados de basura, con el consiguiente riesgo sanitario por el deterioro de las condiciones ambientales. Por eso, los beneficios de la recolección diferenciada y el reciclado se imponen en términos de una mejor calidad de vida. Así lo entiende la Asociación Civil Argentina Pro Reciclado del PET (Tereftalato de Polietileno), formada por las industrias fabricantes de resinas PET, transformadores, proveedores de equipamiento industrial y recicladores. El objetivo de esa ONG es el de promover la recolección diferenciada posconsumo y el reciclado de los residuos sólidos domiciliarios como el PET, en los municipios. “Ya hay cerca de 200 municipios sustentables en el país”, sostiene el doctor Esteban Pronato, gerente de la entidad. “En la presente década, el PET ha pasado a ser la principal resina plástica que conforma los envases no retornables de bebidas gaseosas, aceites comestibles y otros productos, que tienen la propiedad de ser 100% reciclables. Eso ha sido un factor determinante para que dichos envases conformen cerca del 20 por ciento del volumen de los residuos domiciliarios; si bien en peso, sólo representan menos del 5 por ciento del total”, afirma Pronato. El especialista declara que el trabajo de concientización que la entidad está haciendo en los municipios es arduo, aunque lo cierto es que año a año, crecen las plantas de transferencia de residuos en todo el país. “Son espacios donde llegan los camiones con residuos y donde personal contratado por la municipalidad hace la separación”, afirma. Sostiene que la envergadura de cada planta depende del caudal económico de cada localidad. “Hay municipios más ricos; otros, más pobres. Algunos, por el volumen de residuos no necesitan contar con una cinta transportadora. En donde existe, la gente se coloca de ambos laterales, y al tiempo que los residuos pasan, hacen una clasificación manual de los materiales que son reciclables. Luego, lo seleccionado se deposita en cajones afuera; y los municipios los comercializan a través de una cooperativa, ya que no pueden ni comprar ni vender”, relata Pronato. “Siempre tratan de incorporar a la planta de tratamiento, al antiguo ciruja del pueblo; primero por una cuestión social y después, por un tema de eficiencia. Son los que mejor reconocen los residuos reciclables”, admite. Los primeros indicios de organización para el tratamiento de la basura tuvieron lugar alrededor del límite entre Santa Fe y Córdoba en comunas de menos de 12.000 habitantes. “A principios de la década del 90, de 30 a 40 comunas en ambas provincias hicieron un programa para la gestión de los residuos orgánicos y para preparar compost para lombrices que fue muy exitoso”, relata Pronato. La primera planta de este tipo en la provincia de Buenos Aires es de 1992. Es la de Laprida. “Hoy, hay cerca de 46 de ellas en el territorio provincial. Y debe haber alrededor de 85 en todo el país”, calcula Pronato. Cita la de Trenque Lauquen, abierta en 1998, considerada una planta modelo. A ella le siguieron en Buenos Aires: Batán (1992), Coronel Vidal (2000), Mar del Plata (2001), General Cerri (2002), Rauch y Bragado (2003), Mercedes (2004), Villa Gesell (2005) y 25 de Mayo (2006). También están las de Esperanza, Santa Fe (2004); Federal, Entre Ríos (2005) y Santa Rita de la Esquina, Corrientes (2007). “Muchas hacen una clasificación a partir de una recolección diferenciada, donde por ejemplo, se recolecta la basura orgánica todos los días y la inorgánica tres veces por semana”, afirma Pronato. El entrevistado admite que mantener abiertas esas plantas exige un trabajo constante. “Cuando uno advierte que en dos meses no se lanzó folletería a la calle, la tasa de recuperación baja. Es el caso del municipio de Rauch, que habían alcanzado tasas muy altas y al cambiar de color político, de un día para el otro, la tasa bajó del 70 al 40 por ciento”, afirma. Pronato admite que el éxito de esos emprendimientos depende del tesón que cada director de medio ambiente o de espacio público le ponga a su trabajo y de la inquietud que llegue de la industria. “Algunos lo ven como un gasto en lugar de verlo como una inversión. Una planta de transferencia no es un chiste barato. Hay que contar con el predio, con las instalaciones y con ingresos constantes para poder pagar a la gente”, sostiene. Aunque el objetivo principal de la Asociación es la promoción del reciclado del PET, también están en conversaciones con el Ministerio de Educación de la provincia de Buenos Aires para tratar de incorporar la educación ambiental en las escuelas.
PET reciclado en aumento
Si bien el negocio puede estar en la recolección de la basura, no está en la comercialización de residuos. “El volumen es poco y los precios dependen de la cantidad. No es lo mismo un municipio que tenga ocho toneladas mensuales que otro que recolecte 200. Generalmente, los municipios juntan de cinco a ocho toneladas y lo primero que quieren es sacárselas de encima. No es un negocio para el municipio. Sí tienen beneficios ambientales y sociales, ya que paulatinamente, van mejorando las condiciones sanitarias e incorporando a la economía formal, a personas que estaban en el sector informal”, admite Pronato. El reciclado de PET posindustrial y posconsumo en la Argentina ha aumentado año a año. Así, desde las 780 toneladas obtenidas en 1997, se llegó a 60.000 toneladas en 2007. Pero el 90 por ciento de ese material se exporta a China. “Vuelve a fin de año en los containers que traen las lamparitas y los árboles de Navidad. Con ese material, se hacen fibras textiles que se utilizan para la confección de alfombras, cuerdas, cepillos y escobas, sunchos, telas como el “polar” y calzados”, relata el entrevistado. Al contrario de lo que sucede aquí, en Brasil está prohibida la exportación del reciclado de PET. Allí, todo lo obtenido es reprocesado y aprovechado en el mismo país. RECUADRO - RECICLADO, APROVECHAMIENTO ENERGÉTICO Y RELLENO (28-08-08 – Agencia CyTA, Instituto Leloir. Por C.G.) - La técnica de reciclado más utilizada en la actualidad es la de tipo mecánico. Consiste en la molienda, separación y lavado de los envases. Las escamas resultantes de ese proceso pueden destinarse en forma directa, sin necesidad de volver a hacer “pellets”, en la fabricación de productos por inyección o extrusión. Actualmente, se están desarrollando tecnologías, a escala industrial, para el reciclado químico, que consiste en la separación de los componentes básicos de la resina y la síntesis de nueva materia virgen, lo cual permite ampliar la gama de materiales a reciclar y el sustancial ahorro de gas y petróleo, que son las materias primas básicas del PET. “Existe también la alternativa del aprovechamiento calórico, tal cual se aplica en varios países del mundo. El PET está formado sólo por átomos de carbono e hidrógeno, por lo cual al ser quemado, produce dióxido de carbono y agua (CO2 + H2O) con desprendimiento de energía, afirma el doctor Esteban Pronato, gerente de la Asociación Civil Argentina Pro Reciclado del PET. En las comunidades pequeñas o medianas, geográficamente aisladas, las posibilidades de reciclado son limitadas por los bajos volúmenes disponibles y los altos costos de transporte hacia centros que dispongan de infraestructura adecuada. “En esos casos, su uso permite dar asistencia a escuelas, asilos y sectores de menores recursos para complementar su calefacción u obtener agua caliente. “Tanto el PET apto para reciclar, como el conjunto de otros plásticos, que no contaminan el ambiente más que por su efecto visual, pueden ser enfardados y utilizados para relleno de zonas bajas de caminos rurales como se hizo en el Municipio de Laprida, o bien puede pasar a constituir el volumen de algunas obras de ingeniería, como es el caso del anfiteatro del parque público en el Municipio de Trenque Lauquén y otras obras realizadas en pequeños municipios de las provincias de Buenos Aires, La Pampa y Entre Ríos”, tal como se informa en la página de la asociación (www.arpet.org).
Por Cristina GozziAgencia CyTA, Instituto Leloir
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