Buenos Aires.- Esfumados los efectos de la devaluación y con precios internacionales más bajos, los recursos fiscales del comercio exterior se derrumban. En el 2008, 1 de cada 4 pesos que recaudó el Estado nacional provino de impuestos sobre las exportaciones e importaciones. Aunque el foco de la atención está puesto en las retenciones, más importante sobre las cuentas fiscales es la caída en la recaudación ligada a las importaciones. Así, se hacen explícitas las consecuencias de no haber construido un Estado solvente que no dependa tanto de impuestos tan poco confiables.
Como ocurre en todas las economías de tamaño pequeño, para la Argentina el comercio exterior es muy importante. El crecimiento de las exportaciones tiene una connotación especial porque genera las divisas que posibilita el incremento de las importaciones, las cuales se integran fundamentalmente por bienes de capital e insumos imprescindibles para la expansión del resto de los sectores productivos. No es casualidad que, históricamente, siempre que el valor de las exportaciones declinó, el país terminó, más temprano que tarde, enfrentando restricciones que imposibilitaron mantener los niveles de actividad.
El comercio exterior también es una fuente muy importante de captación directa de recursos fiscales. Por un lado, el Estado recauda a través de los derechos de exportación. Por el otro, a través de derechos a la importación y el IVA que pagan las importaciones. En base a información difundida por la AFIP se puede medir la importancia que tuvieron estas fuentes de recursos durante el año 2008:
La recaudación en concepto de derechos de exportación fue de $36 mil millones que representan aproximadamente U$S11 mil millones.
La recaudación por derechos de importación más IVA de importaciones fue de $44 mil millones o sea aproximadamente U$S14 mil millones.
Esto significa que entre exportaciones e importaciones el Estado recaudó U$S25 mil millones lo que representa el 27% del total de la recaudación nacional.
Los datos muestran el importante peso que los impuestos sobre el comercio exterior tienen dentro de la estructura de financiamiento del sector público. Prácticamente 1 de cada 4 pesos que recauda el Estado nacional provienen del comercio exterior. Dentro de éstos, los impuestos sobre las importaciones representan más de la mitad del total de los recursos ingresados. Planteado en otros términos, los impuestos sobre las importaciones tienen una relevancia fiscal mayor que las retenciones a las exportaciones.
A diferencia de las retenciones –cuya alta importancia como fuente generadora de ingresos fiscales es reciente–, los impuestos sobre las importaciones siempre han tenido un peso muy relevante. El promedio de recursos recaudados por esta vía entre 1996 – 2008 asciende a los U$S 8.300 millones por año. La serie histórica muestra también que la recaudación es altamente cíclica, aumenta más que proporcionalmente en las fases expansivas y cae violentamente en las contractivas. En 1998, cuando la actividad alcanzó su máximo nivel en la década pasada, los impuestos sobre las importaciones superaron los U$S 10.000 millones y cuando alcanzó su nivel más bajo en el 2002 se derrumbaron por debajo de los U$S 2.000 millones. Con la recuperación, los impuestos sobre las importaciones alcanzaron en el 2008 los U$S 14.000 millones.
Los factores que generan estos vaivenes siguen operando a pleno. Con la devaluación del 2002 se “licuaron” los costos internos, especialmente los laborales, impulsando una rápida recuperación de la actividad económica. El efecto fue potenciado por los inéditamente altos precios internacionales. Las cuentas fiscales se vieron así beneficiadas transitoriamente por la licuación de costos –especialmente jubilaciones– y el fuerte crecimiento de los ingresos públicos. Un papel muy importante jugaron las retenciones –mecanismo a través del cual el fisco se apropió de parte de la renta que generó la “licuación” de costos y los altos precios internacionales– y los impuestos sobre las importaciones. Pero ahora, con tendencia de salarios, jubilaciones y precios internacionales hacia niveles normales, se dan los procesos inversos. La recaudación por retenciones a las exportaciones cae porque se reducen los precios internacionales y esto hace insostenible seguir manteniendo alícuotas tan altas. Pero más importante aún desde el punto de vista fiscal es la caída de la recaudación que sobrevendrá asociada a la fuerte reducción de las importaciones. Se trata de otra evidencia de que en la Argentina no se han generado condiciones para un proceso de crecimiento sustentable. Superávit de caja no es sinónimo de solvencia fiscal. Apenas los salarios y las jubilaciones recobraron parte de las pérdidas que les produjo la inflación y los precios internacionales tienden a regresar a los niveles de largo plazo, se hacen explícitas las consecuencias de no haber aprovechado los años de bonanza para construir un Estado fuerte, solvente y eficiente.
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