Buenos Aires.- Rompiendo con los cronogramas preestablecidos, el INDEC sorpresivamente difundió indicadores sobre la evolución de la actividad económica y el empleo hasta finales del 2008. Los datos no sólo son visiblemente inconsistentes con la percepción de las empresas y las familias sino que tampoco guardan coherencia con la evolución de la recaudación impositiva que oficialmente difunde la AFIP. Manipulando estadísticas no se va a lograr cambiar la realidad. Muy por el contrario, para revertir el acelerado proceso de deterioro de la situación económica y social es clave reconstruir el sistema estadístico nacional.
Las fechas de difusión de las estadísticas que periódicamente produce el INDEC están preestablecidas en un cronograma. Esta regla responde a la necesidad de aportar previsibilidad y transparencia a un área muy importante y sensible como es la producción y difusión de los indicadores económicos y sociales. Lamentablemente, este saludable criterio se ha abandonado. La degradación del sistema estadístico comenzó con la mala práctica de adelantar extraoficialmente datos parciales con fines políticos (por ejemplo, una reducción en la tasa de desempleo). Pero alcanzó niveles extremos con los últimos informes del INDEC. Las irregularidades sólo pueden ser explicadas por la intencionalidad política de matizar los síntomas de una situación socioeconómica con clara tendencia al deterioro.
Este tipo de prácticas aumenta el descreimiento sobre el sistema estadístico. Más allá de esto, se puede analizar la consistencia de los datos anunciados comparando la evolución de la producción y el empleo de los datos del INDEC con los de recaudación de IVA de la AFIP. En líneas generales, cabe esperar dinámicas parecidas ya que el principal determinante de la recaudación de este impuesto es el nivel de actividad económica. En base a datos del INDEC y la AFIP se pueden trazar las siguientes comparaciones:
Según el INDEC, la actividad económica creció hasta setiembre del 2008 al 7,6%, en octubre al 5,3%, en noviembre al 4,6% y en diciembre vuelve a crecer al 7,4%.
El empleo total crecía en el 1º trimestre del 2008 al 1,8% anual, en el 2º trimestre al 0,8%, en el 3º trimestre el 0,5% y en el 4º trimestre pasa a crecer al 2,4%.
Según la AFIP, hasta octubre del 2008 la recaudación de IVA-DGI creía al 31% anual, en noviembre creció el 24% y en diciembre creció apenas el 13%, valor que si se descontara la inflación muy probablemente implique una caída en términos reales.
La confrontación de los datos muestra que la desconfianza contra las estadísticas del INDEC es justificada. Cuando la tendencia en la producción y el empleo son claramente desfavorables, sorpresivamente aparecen estos último informes anunciando un fuerte quiebre de tendencia. Pero esto entra en clara contradicción con la información de la
AFIP sobre recaudación de IVA
La recaudación de IVA-DGI refleja la evolución del consumo de bienes y servicios producidos dentro del país. Por eso, es un indicador confiable sobre la evolución de la actividad económica. Prueba de ello es que, en general, históricamente ha mostrado una notable correlación con el ciclo económico. Esto implica que una desaceleración en la recaudación de este impuesto generalmente está asociada a una desaceleración en el nivel de actividad económica. Según la última información de la AFIP, la recaudación del IVA–DGI muestra un claro declive alcanzando su punto mínimo en diciembre del 2008, precisamente el mes del “renacer” según las estadísticas del INDEC. Con una variación de apenas el 13% interanual, el crecimiento en la recaudación de este impuesto es el menor desde principios del 2005. Si se descontara la inflación verdadera –no la que difunde el INDEC– seguramente se llegaría a una caída en términos reales. Es decir, lo que para la AFIP es un mes de recesión, para el INDEC es el mes de la recuperación.
Se consolidan las evidencias de que la manipulación de la información oficial es profunda y generalizada. El proceso de tergiversación comenzó a principio del 2007 con un hecho muy grave, pero puntual, consistente en alterar el cálculo del Índice de Precios al Consumidor. Lejos de rectificar esta condenable práctica, corrigiendo la irregularidad, la degradación institucional se ha acelerado y profundizado, hasta llegar a estos niveles extremos. Son dudosos los réditos políticos de mostrar estadísticas oficiales que muestran crecimiento en la producción y el empleo cuando las empresas perciben las caídas en las ventas, las familias sufren suspensiones y despidos, y el sector público –sobre todo las provincias y los municipios– enfrentan crecientes dificultades financieras ante la caída de la recaudación. Pero, fundamentalmente, la manipulación de las estadísticas oficiales es contradictoria con un sistema democrático, respetuoso de la ley, que aspira a sostener un proceso de crecimiento con equidad. No es casualidad que los países exitosos, sin excepciones, invierten enormes esfuerzos para sostener y perfeccionar la calidad y la legitimidad de sus sistemas estadísticos.
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