Buenos Aires.- Señal de que el boom del campo de los últimos tiempos se encuentra en una etapa de crisis. Después de seis años de un imparable rally alcista, especialistas del mercado inmobiliario proyectan que en 2009 podrían bajar hasta un 15% los precios de la tierra en la pampa húmeda. Sólo en la zona agrícola núcleo del norte bonaerense, en el corazón productivo del país, entre marzo de 2002 y septiembre pasado los valores de los campos habían pasado de US$ 3000 a 12.000 la hectárea, en promedio. Aunque en el mercado de campos los tiempos de las bajas son más lentos que los de las subas, en la actualidad, según expertos consultados, un conjunto de factores está confluyendo como para que hacia marzo u abril de 2009, época en que se reanuda el calendario de las operaciones, comience a cristalizarse una caída. Los argumentos para el cambio de tendencia se originan en los efectos de la crisis económica internacional. Las cotizaciones de las commodities cayeron 45% en promedio y se estima una pérdida de la rentabilidad en el sector. Con retenciones del 35%, muchos esquemas de arrendamiento dan en rojo, incluso con altos rindes en soja. Otro efecto de la crisis lo están viendo algunos pools de siembra, que estaban fondeados con dinero externo y cuyos inversores les están reclamando la devolución de esa plata. Al mismo tiempo hay una retracción de los alquileres, con bajas de hasta un 20%, y un aumento muy tímido de la oferta de campos disponibles. "Desde nuestro punto de vista, existe un escenario que podría devenir en un reacomodamiento de precios. Esta situación [la baja] se empezaría a visualizar hacia marzo o abril de 2009", comentó Mariano Maurette, de Alzaga Unzué & Cía.
Todo para abajo
En líneas generales, los especialistas coinciden en que la caída vendrá de la mano de la pérdida de rentabilidad para producir y que una mayor oferta de campos y la persistencia de la crisis internacional podrían potenciar la tendencia. "Hoy los que quieren vender se están anticipando a una idea de que pueden bajar [los precios]. Aunque no hay mercado, está empezando a haber más oferta", afirmó Cristián Beláustegui, socio de Compañía Argentina de Tierras (CAT). Antes, en un contexto de suba, era el vendedor quien manejaba el negocio. Ahora lo están haciendo los compradores. Aunque no precisó cuánto podrían depreciarse los campos, Beláustegui consideró que están "en la antesala de un reacomodamiento de valores". En la actualidad, de hecho, a las bajas en los alquileres se están acoplando caídas en los valores de los campos en las regiones más alejadas de la pampa húmeda. Para la zona núcleo, en cambio, las bajas serían menores. "Todo va a perder la espuma", graficó Beláustegui. Además, algunos operadores esperan una merma en los campos ganaderos (una hectárea para cría bovina vale US$ 1900 en la zona de Rauch), aunque nadie arriesga un porcentaje del descenso. Otro de los operadores que estiman precios inferiores es Marcos Lanusse, de Madero & Lanusse Campos. "La tendencia es a una baja que va a ser consecuencia de la caída de la rentabilidad; los precios de los campos podrían caer entre un 20 y un 30 por ciento", afirmó. A diferencia de la corriente que prevé una baja, Alejandro De Elizalde, director general de Elizalde, Garrahan & Cía, cree que eso no ocurrirá. "No se esperan bajas en los campos debido a que son un buen refugio de capital", dijo. Con todo, en este contexto muchos creen que con menores rentas esperadas para alquilar habrá dueños de campos que optarán directamente por vender. Según un informe de Guillermo Aiello, del semillero 3-EL, en plena zona núcleo un propietario que podía obtener US$ 570 por hectárea de alquiler (US$ 570.000 en 1000 hectáreas) hasta antes de la caída de los precios y de los alquileres, probablemente el próximo año, cuando renueve el contrato, pase a percibir 368 por hectárea, si es que no baja más la soja. En el fondo, habría un cambio sustancial para un negocio en el que, según Aiello, el propietario que alquilaba podía sacar un rendimiento del 1,89% sobre el capital invertido (neto de impuesto a las ganancias) contra una rentabilidad promedio del 0,95% para el propietario que produce (considerando una rotación soja-trigo/soja-maíz).
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