Buenos Aires.- En una mesa debate organizada por la Asociación Argentina de Girasol (ASAGIR), los productores de Carlos Casares manifestaron la necesidad de que el cultivo recupere su espacio. Asociado a la actividad ganadera, el girasol resulta una herramienta clave para las explotaciones mixtas de la región.
Carlos Casares es la cuna nacional del girasol. Durante casi un siglo, esta oleaginosa fue uno de los principales cultivos del centro oeste de Buenos Aires. Fueron los colonos llegados de Rusia los que introdujeron, hacia fines del Siglo XIX, a este cultivo que resultaría un producto básico de la economía de la región durante un largo período. Estos inmigrantes, en su mayoría judíos que se radicarían en Colonia Mauricio, llegaron con las semillas de girasol en sus maletas y bolsillos, como un elemento atesorado de su tierra.
Según datos de la Junta Nacional de Granos, en la cosecha 1934-35, la producción de girasol en Casares fue de 16.445 toneladas sobre un total nacional de 61.818. El cultivo creció y hacia la década del ’80 tomó gran protagonismo con campañas de más 80.000 toneladas de producción. Por entonces, la zona incluso contó con su propia procesadora de aceite.
Desde entonces, muchos cambios se dieron en la actividad productiva. El clima y el crecimiento de la agricultura en base a soja fueron desplazando al girasol en las últimas décadas. Hoy, la comunidad vuelve a plantearse la necesidad de fortalecer al cultivo en la región. “Estabilidad”, es lo que reclaman los productores para volver a apostar a la oleaginosa.
“En Carlos Casares pensamos que el girasol va a volver. El cultivo está vivo en nosotros. Por eso organizamos la Fiesta Nacional del Girasol, en homenaje a aquellos inmigrantes y agricultores pioneros”, remarcó Luis Serasi, presidente del Concejo Deliberante local, en la charla debate “El girasol en el contexto actual”.
La cita fue en el Salón Blanco de Carlos Casares, el pasado 9 de enero, donde un importante grupo de productores participó activamente de la reunión organizada por la Asociación Argentina de Girasol y conducida por el coordinador técnico del Convenio INTA- ASAGIR y presidente de la International Sunflower Association (ISA), Carlos Feoli, con la participación del asesor económico de la Asociación, Jorge Ingaramo.
“Casares tiene historia en tecnología y en promoción tecnológica: recordemos los concursos de producción que fueron testimonio del potencial productivo de esta zona y la Chacra Experimental de Bellocq, que tuvo un papel trascendente con el aporte de la variedad Negro Bellocq”, destacó Omar Angel Foglia, Intendente de Carlos Casares.
En sintonía, José Luis Bartomeoli, presidente de la Comisión organizadora de la Fiesta, insistió en que “debemos recuperar protagonismo y reimpulsar aquellas actividades que contribuyan a impulsar la imagen del girasol en esta zona”.
Precisamente, uno de los ejes del debate fue la disminución de la presencia del cultivo en la región. Durante la reunión, un productor mencionó que dejó de hacer girasol por la terrible sensibilidad del cultivo a contingencias climáticas en los días previos a cosecha. “Nosotros éramos productores de girasol de 27 a 28 quintales por hectárea, pero en dos campañas en las que venía muy bien el cultivo, de pronto perdimos casi todo en los cinco o diez días antes de la cosecha”, enfatizó.
Atado a los planteos mixtos
“La crisis de la lechería y el desaliento a la producción de carne hicieron que los productores se pasaran a soja y el girasol, muy atado a los planteos mixtos de la región, sufrió esa contingencia”, explicó Carlos Feoli. La realidad de esta zona se ha repetido en otras áreas del país.
Feoli acotó que en la actualidad, la República Argentina es uno de los tres grandes productores mundiales. En la mayoría de los años hay sido el primer exportador mundial de aceite. El grano se procesa localmente en su totalidad, el 30 % de la producción se consume y el resto se exporta.
A su turno, Jorge Ingaramo detalló que los argentinos consumimos básica y tradicionalmente aceite de girasol. Aunque durante la crisis económica de los años 2001 - 2003 se incrementó el consumo de aceite de soja (entre 100 y 150 dólares más barato), hoy se observa una recuperación del consumo de aceite de girasol históricamente apreciado por el paladar local. En la Argentina, el consumo anual total de aceites para uso hogareño es de 300 - 320 mil toneladas: 150 mil de girasol, 140 mil de soja, 60 mil de mezcla, 10 mil de maíz y 5 mil de oliva.
El girasol es aceite de calidad en un 50 % y en segundo lugar (18 a 20%) proteína para alimentación animal, consecuentemente es demandado como aceite y vale como tal.
Pero, más allá de que hoy por hoy “el productor ve en la soja un cultivo con buen resultado económico” –como aseguró Omar Barchetta, secretario gremial de Federación Agraria Argentina- cuando Feoli le consultó al panel qué era necesario para que el girasol recupere sus espacios tradicionales, la respuesta del secretario gremial de Federación Agraria fue contundente: "que sea un cultivo seguro, confiable".
Por su parte, el productor Alberto Carlos reiteró que la clave pasaría porque "la carne vuelva a valer lo que corresponde porque en esta zona, tradicionalmente mixta, donde la ganadería puede formar parte de la rotación, no hay mejor antecesor para una pastura o un verdeo que un girasol sembrado temprano, que será cosechado en febrero permitiendo aquellas implantaciones en fecha".
Oportunidad de mercado
El asesor económico de ASAGIR, Jorge Ingaramo, fue el encargado de brindar un panorama sobre la situación local y mundial del cultivo, y anticipó “un camino de recuperación, principalmente impulsado por la demanda internacional”.
El economista explicó que “hemos pasado en diciembre el peor momento del mercado mundial, y la nueva producción argentina accedería en aceptables condiciones, por el sólo hecho de ser el único oferente del Hemisferio Sur y registrar un descenso de, por lo menos, un 28% en su oferta, si se la compara con la campaña anterior, al pasar de 1,4 a apenas 1 millón de toneladas de aceite exportado”.
Pese a la recesión y a los pronósticos pesimistas sobre la economía mundial en los que coincide la mayoría de los organismos internacionales, “puede decirse que el precio del aceite de girasol en Rótterdam, que determina en un 90% los valores de la materia prima, se encuentra todavía un 15% por encima del promedio de la década previa a la “burbuja”, que se iniciara a mediados de 2007”, agregó Ingaramo.
Si bien ha ingresado recientemente a los mercados de mayor poder adquisitivo la producción récord del Hemisferio Norte (conformada por nuestros tres principales competidores: Ucrania, Federación Rusa y Unión Europea), “la demanda europea tiende al autoabastecimiento, en tanto que los productores de Europa Oriental se ven urgidos a vender su producción y hacerse de recursos financieros. Ucrania será el principal exportador de aceite en 2009, desplazando a la Argentina”, vaticinó el economista.
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