Buenos Aires.- El sector hortícola argentino viene sufriendo una escalada de ataques de peste negra que se ha manifestado en varios cultivos, pero sobre todo afectó seriamente la producción de pimientos. Para aportar soluciones contra esta enfermedad, el Grupo GHIA organizó tres reuniones de capacitación, abiertas para técnicos y productores. Se desarrollaron el 22 de abril en Mar del Plata, y 23 y 24 de abril en La Plata, con la asistencia de más de 270 productores y técnicos que aprendieron sobre las características del virus, cómo reconocer sus formas de transmisión, la identificación de sus síntomas, las características del vector, los productos de protección de cultivos disponibles en el mercado y, en definitiva, cómo pensar en una forma de manejo integral de la enfermedad mediante la combinación inteligente de diferentes herramientas y prácticas culturales. Este virus solo causa pérdidas en los cultivos y no tiene ningún efecto en animales ni en humanos.
Cuando se produce el avance de una enfermedad virósica en un cultivo intensivo, nada mejor que escuchar a los especialistas, compartir información y debatir, organizar y consensuar formas de acción entre productores vecinos. Ese fue el espíritu que motivó al Grupo GHIA -la organización que integran las empresas Ipesa (plásticos para el agro), Rogers (semillas de Syngenta), Yara (nutrición de cultivos), Netafim (sistemas de riego) y Syngenta (protección de cultivos)- a organizar tres encuentros donde el foco estuvo puesto en enfrentar el avance de la peste negra, una patología que preocupa y perjudica a los productores de todo el país.
La capacitación contó con la participación de tres especialistas: la Ing. Elena Dal Bó (Argentina), investigadora de Fitopatología de la Facultad de Cs.Agrarias de La Plata, el Ing. MSC Adrián Mittidieri (Argentina), especialista en protección y manejo de cultivo hortícola y en evaluación de materiales genéticos convencionales y modificados, y el Ing. Pedro Pleguezuelo (España), Product Manager de Syngenta para pimiento en península Ibérica (España y Portugal), quien contó la experiencia de haber combatido la enfermedad en Almería hace tres años, en una situación epidemiológica muy similar a la que está viviendo nuestro país.
Según expuso la Ing. Dal Bó, la peste negra es generada por un tospovirus reconocido internacionalmente como TSWV ( tomato spotted wilt virus). En Argentina se lo detectó en 1938 en Tucumán en tomates. En 1994 se registró un ataque muy fuerte sobre producciones florales, y en 1995 generó una epidemia muy grave en el cinturón hortícola del Gran Buenos Aires y otras regiones, que llevó a declarar la emergencia agropecuaria para el sector. Con la aparición de variedades resistentes la enfermedad se la controló durante años, hasta que en 2006 se detectaron plantas de pimientos resistentes afectadas severamente por TSWV. Según la información que llega desde diferentes zonas productivas, el ataque de peste negra en los últimos días es más intenso en provincia de Buenos Aires y en la zona productiva del alto Valle de Río Negro.
Esta enfermedad la transmite un vector: los trips, sobre todo de la variedad conocida como Frankliniella occidentalis, la más común en la Argentina. Estos insectos pertenecen al orden Tisanoptera (Tisanos, significa flecos; pteros: alas). Las hembras adultas miden de 1,2 a 1,4 mm y los machos de 0,9 a 1,2 mm.
¿Qué es lo que hace tan amenazante a la peste negra? Los tres disertantes coinciden en señalar al vector. Los trips se mueven en masa y con el viento (pueden recorrer hasta 1 kilómetro), viven hasta 20 días, resisten hasta 3000 metros de altura, los favorecen inviernos benignos y secos, soportan temperaturas bajo 0, y 27ºC es la temperatura óptima para su desarrollo.
La reproducción de los trips puede ser sexual, aunque muchas especies son partenogenéticas (tipo de reproducción sin intervención del macho). Las hembras insertan los huevos con el ovipositor en los tejidos tiernos del vegetal (hojas, flores o frutos), encastrándolo en el tejido parenquimático. A los cuatro días nacen las larvas. A los ocho días mudan a segundo estadio. A los 11 ó 12 días se forman las pupas y a los 17 días emerge el adulto.
Los trips producen daños por sus hábitos de puesta de huevos, provocando pequeñas heridas que secan la zona afectada, y cuando se alimentan, ya que al picar los tejidos y succionar el contenido celular contagian el virus. Entonces la zona afectada adquiere primero un color plateado y posteriormente muere. Los trips adquieren el virus en su primer estadio ninfal y lo transmiten de adultos. La eficiencia de trasmisión citada para los Frankliniella occidentalis puede llegar hasta el 95 %.
Según el Ing. Adrián Mittidieri, “el virus puede estar en varios cultivos hortícolas (lechuga, apio, espinaca, alcaucil y hasta en maní), en plantas ornamentales, en malezas y hasta en los jardines familiares. Por eso el contagio puede venir desde diferentes frentes. Por otra parte, los trips viven muy escondidos en brotes y flores, hay continuas poblaciones reinfestantes, y el uso de insecticidas como único recurso no alcanza, ya que además puede generar poblaciones resistentes. De todos modos estamos recomendando, y presentando resultados sobre el uso actara y engeo para combatir los trips”.
¿Qué pasó en 2008 para que ocurra este ataque? Los especialistas afirman que es muy posible que haya surgido un nuevo patotipo del virus TSW que, al menos en pimientos, quiebra la resistencia genética y desarrolla la enfermedad en los cultivos. En Europa ya se han identificado dos patotipos, el tipo P0 y la nueva forma del virus P01. Además, complicó la situación el factor climático, que durante el año pasado proporcionó un ambiente muy predisponente para el crecimiento de la población del vector, lo cual se observó no sólo en los cultivos hortícolas, sino también en los extensivos como maíz, soja y maní. Este año, como los cultivos hortícolas son regados y muestran mejor condición de humedad que los extensivos, recibieron migraciones muy altas de trips de malezas y cultivos a campo.
El ejemplo de España
El Ing. Pedro Pleguezuelo (España), asesor técnico en Levante Almeriense, investigador en el desarrollo de cucurbitáceas y solanáceas, aportó su experiencia en España, ya que en ese país se vivió una situación similar hace tres años. En la zona de Almería está la mayor concentración de invernaderos del mundo (más de 30.000 hectáreas sólo de invernaderos) y es la región que abastece de hortalizas a buena parte del mercado europeo. Según el especialista, “hay dos formas de combatirlo: desde la genética, con la creación de nuevas variedades resistentes, y mediante el control del vector, utilizando métodos químicos, físicos y biológicos combinados”. “Los materiales sin resistencia siguen siendo más propensos a captar la enfermedad, aunque el nuevo patotipo hasta ahora no tiene un control genético y se está trabajando en ello”. “Mientras tanto, lo que queda es controlar el insecto para reducir la cantidad de virus. Lo básico es aprender a identificar los síntomas para poder eliminar tempranamente las plantas con virus, y destruir sus reservorios de malezas y rastrojos de cultivos con síntomas. Además hay que incorporar las barreras físicas: mallas para evitar la entrada de los insectos, mulching reflectivo y plásticos de cobertura antivirus que filtran los rayos UV, dificultando la visión del trip y en consecuencia su actividad. También se recomienda usar trampas para monitoreo y control de insectos, cerrar los laterales de los invernaderos los días de viento intenso, asegurarse que usar plantines sanos y libres de virus, y sobre todo, reducir la población del vector mediante el control químico articulado con el control de las otras plagas, principalmente de mosca blanca.
En España, además, se utiliza el manejo integrado biológico como una estrategia eficaz que consiste en combatir el trip a partir de incorporar sus enemigos naturales en las plantaciones.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario