Buenos Aires.- Se trata de un cerebro fosilizado de un pez de 300 millones de años de antigüedad que fue detectado gracias al empleo de una técnica –denominada holotomografía de rayos X -que obtiene imágenes a escala atómica. Los restos de ese tejido blando se encontraban en el interior de un pez fosilizado bien conservado dentro de una roca hallada en los Estados Unidos. El hallazgo genera información novedosa sobre la evolución de los vertebrados.
Un cerebro bien conservado y fosilizado en el interior del cráneo de un pez que vivió hace 300 millones de años fue identificado por un equipo internacional de investigadores. El pez, que medía cerca de 50 centímetros, pertenecía al género Iniopteryx, emparentado con los actuales tiburones y peces raya. Es la primera vez que se encuentran tejidos de ese tipo en un fósil tan antiguo.
Como sucede con varios descubrimientos científicos, un equipo de investigadores del Museo Nacional de Historia Natural de Paris (MNHN) y del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York, y de otros centros científicos, analizaba fósiles de peces atrapados en rocas halladas en Kansas y Oklahoma, en Estados Unidos. Mientras utilizaban una técnica llamada holotomografía de rayos X, descubrieron que en el interior de un cráneo de un pez fósil gran parte del tejido blando de su cerebro estaba mineralizado. Los resultados fueron publicados este mes en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences.
Con la tecnología empleada, basada en la liberación de haces de rayos X generados en el gran sincrotrón europeo de Grenoble, Francia, los científicos pudieron reconstruir la forma tridimensional de los fragmentos del cerebro, obteniendo de esa forma, imágenes del material fosilizado. Su nivel de resolución permite visualizar la materia a escala atómica.
Las imágenes obtenidas permitieron reconstruir regiones del cerebro, como el cerebelo, parte de la médula espinal, lóbulos ópticos y nervios. Para Alan Pradel del MNHN y del Centro de Investigaciones Científicas de Francia, una serie de análisis revelaron que las estructuras del cerebro estaban mineralizadas gracias a la presencia de fosfato de calcio y carbonato de calcio.
Esa mineralización se debe a "a la presencia de bacterias que cubrieron el cerebro poco antes de su descomposición y que provocaron esa fosfatación", indicó Pradel. Para los investigadores, este descubrimiento inaugura perspectivas novedosas en el terreno de la evolución de los vertebrados que van más allá del simple estudio de los esqueletos fósiles. Al mismo tiempo contribuye a completar el rompecabezas de la reconstrucción del árbol de la vida.
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