Buenos Aires.- Mientras aparecen indicios de que lo peor de la crisis financiera habría pasado, se empiezan a hacer visibles sus impactos negativos sobre los mercados de trabajo. Esto tiene asociado costos sociales cuyas magnitudes dependen decisivamente del diseño de las normas laborales. Países como España, con instituciones laborales rígidas –altos impuestos al trabajo y elevada indemnizaciones por despido–, sufren muchas más pérdidas de empleo que países que adoptaron diseños más inteligente de legislación laboral y seguridad social. La Argentina debería rectificar su estrategia que por ahora se asemeja mucho a la de España.
La crisis internacional está teniendo efectos contractivos en la mayoría de los países. Esto naturalmente repercute sobre los mercados de trabajo con importantes costos sociales en términos de pérdidas de empleo y aumento del desempleo. Ante este panorama, crece la atención sobre cuáles son los diseños más apropiados de instituciones laborales para hacer frente a la crisis. En el caso de la Argentina, hasta ahora prevalecen los criterios tradicionales de intentar evitar los despidos vía subsidio de salarios, “perdón” fiscal o la asignación de fondos públicos para salvatajes de empresas, a cambio de que las empresas beneficiadas no despidan. Perseverando en esta línea, seguramente se llegará a la declaración de “emergencia laboral” que implica directamente la prohibición legal de despedir.
¿Son eficaces las medidas que tienden a desalentar o directamente prohibir los despidos? Más allá de que cada país tiene sus particularidades, resulta útil observar los resultados asociados a diferentes tipos de estrategias en materia laboral. Una aproximación interesante surge al comparar el desempleo de los mercados de trabajos de dos de los países más golpeados por la crisis internacional: España y EEUU. Según datos del Instituto Nacional de Estadísticas de España y el Bureau of Labor Statistics de EEUU, entre el 1º trimestre del 2008 y el 1º trimestre del 2009 se puede observar que:
La actividad económica en España cayó un -2,9% y en EEUU un -4%.
El empleo en España se redujo un -6,4% mientras que en EEUU cayó un -3,1%.
El desempleo en España pasó de 9,6% a 17,4% mientras que en EEUU aumentó de 4,9% a 8,1%.
Los datos muestran que la destrucción de empleos en España duplica a la de EEUU. Esto lleva a que en España la tasa de desempleo supere el 17%, cuando en EEUU se mantiene en el orden de un dígito. Se trata de dinámicas laborales muy diferentes que no pueden ser explicadas por el desempeño de sus respectivas economías, ya que la producción cayó más en EEUU. España atraviesa una crisis laboral muy severa, sin que el PBI haya caído tanto. Mientras que EEUU sufre una fuerte caída del PBI, sin que las pérdidas y la falta de empleo sean tan severas como en España.
Son muchos los factores que determinan desempeños laborales tan disímiles, pero entre los más decisivos está la diferente organización de los mercados de trabajo. España es un país donde el empleo paga altas cargas sociales (las contribuciones patronales son del 34% del salario) y las regulaciones laborales son muy rígidas (por ejemplo, la indemnización por despido se calcula a razón de 1 a 1,5 meses de sueldo por año de antigüedad). EEUU, en cambio, tiene bajos niveles de cargas sociales (las contribuciones patronales compulsivas son de apenas 11%) y no hay indemnización por despido.
Otro parámetro de referencia es Dinamarca, un país con una tradición altamente protectiva. A pesar de que el PBI en ese país se contrajo un -3,6%, la tasa de desempleo se incrementó muy levemente desde 2,2% a 2,6%. El éxito para afrontar la crisis sin costos sociales importantes radica en una inteligente organización de su mercado de trabajo. En Dinamarca, la legislación laboral no enfatiza la penalización al despido (la indemnización por despido es apenas 1/6 de la que se aplica en España) y las contribuciones patronales son prácticamente cero. Pero contemplan un poderoso sistema de intermediación laboral, capacitación y recalificación, que opera apoyado por un generoso esquema de seguro de desempleo. La inversión en estas políticas de empleo llega al 5% del PBI.
La discusión relevante no es si el Estado tiene que intervenir –ya que no hay motivos para dudar que lo debe hacer– sino cuál es el mejor tipo de intervención. En este sentido, la Argentina está mucho más cerca de España que de EEUU ó Dinamarca en materia de calidad de sus instituciones laborales. Esto lleva a enfatizar la importancia y urgencia de rectificar estrategias porque perseverando con los mecanismos tradicionales se van a potenciar los daños sociales. La clave pasa por modernizar las instituciones laborales apuntando a facilitar la generación de nuevos empleos genuinos y “en blanco”, y proteger a quienes lo pierden a través del seguro de desempleo y acciones bien diseñadas de intermediación laboral y recalificación.
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